Ella acumulaba esos recuerdos del pasado, sus recuerdos
que los amontonaba en cajas vacías, nostalgias a las que no les sabía
poner nombre ni fecha. Añoranzas que no sabía dónde colocarlas, instantes tan dulces y tan amargos a la vez que con el paso nítido del tiempo iban
adquiriendo un poco de tristeza. Ella lavaba y planchaba cada uno de esos
recuerdos millones de veces, con la intención de almidonarlos en
los cajones del olvido, y con el deseo de conservarlos el máximo
tiempo posible.
Aunque el dolor que le provocaban esas acciones era tan intenso, era un dolor capaz de atravesar el
alma y de adueñarse
de esas lagrimas que a veces desprendían sus ojos sin saber muy bien, el porqué.
Nostalgias que las archivaba como auténticas
reliquias de un pasado que le pertenecía,
porque formaban parte de ella misma, aunque le impedían avanzar,
evolucionar y crecer…
Recuerdos que cada vez que los amontonaba hacían
que ella muriera un poco. Se iba consumiendo un poquito cada vez que removía
esa caja vacía, porque sacudía sin querer o tal
vez queriendo, su propio vacío…Dicen que es imposible olvidar, porque es el tiempo
el que no entiende de emociones ni de sentimientos, por eso de todo lo vivido;
tan solo nos quedan
los recuerdos….
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