Él deseaba que ella fuera su día y su noche a la vez. Que fuera
su tiempo y su destiempo, que fuera sus amaneceres fríos y sus noches de verano
donde el calor acaricia lentamente el alma…Él quería que ella fuera su todo, o tal
vez su nada, quería que le acompañara en esas noches de vigilia, donde no hay
cabida para el olvido, ni para que Morfeo acuda a su encuentro.
Noches en las
que el insomnio perdura con el paso incansable de las manecillas de ese reloj
de pared, que sin querer le recuerdan que; el tiempo se le escapa de las manos
y no regresa….Él no logra conciliar el sueño porque no la puede olvidar…Es
incapaz de transformar ese espejismo en un recuerdo, una nostalgia dormida con
el paso del tiempo, él se pierde tan solo, al observar esos ojos transparentes.
Que le recuerdan que en un pasado no muy lejano fuero algo más que dos almas
perdidas, es así cuando él se disipa por los callejones del recuerdo, un
recuerdo cruel .Donde las nostalgias resultan ser, su propio castigo, pues cree
que le sobran las palabras y que le faltan acciones para dejar de atormentarse
por ese pasado, en el que, él creía que era dueño de ella y de sus emociones …Pero
tan solo era dueño de esa agonía, que le impedía ser feliz y ver la realidad
tal y como es, no como
su propio espejismo….
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