A veces suelo salir
corriendo…Recorro las esquinas de la vida, sorprendiendo a los recuerdos y caminando por esas calles vacías inundadas
por la lluvia, una diluvio que sale de ahí; del alma…Es cuando sigo corriendo
al compás de las bellas melodías que me rondan por mi sien y que me asaltan sin
yo pedirlo. Corro y encuentro senderos, caminos llenos de amapolas, en los que
abrazo a esas notas que aportan a mi
vida una pizca de azúcar y trasnocho cogida de la mano, de esos suspiros que intentan explicarme que la vida es bella…
Corro dejando atrás las tristezas y todos sus aliados que impiden que la felicidad me acaricié suavemente el
alma desnuda, siento que todo tiene otro
color, otro sabor y otro olor cuando me detengo.
Cuando pongo el
freno y respiro, respiro hondo inhalando las cosas bellas de la vida y exhalando
todo aquello que hay que dejar ir, para dar permiso a que la felicidad se
aposente en mi hombro , creo que es el
momento de abrir el corazón y dejar entrar las notas que desprende la
felicidad al revolotear por nuestras
vidas, dar permiso a que las teclas de la
alegría impregnen los sueños y mimen
esos suspiros sin dueño..
Las inquietudes,
los nervios y la ansiedad regresan a mí, buscando un lugar donde depositar sus emociones,
pero yo vuelvo a correr; voy y vengo, entro y salgo, rio y lloro.. Me vuelvo a
detener agarrándome a las cuerdas de esa
guitarra que mueve mi alma y la hace consciente de esas emociones que sin querer
desgarran el alma…Mientras tanto ahí en mi interior revolotea como una hada
dormida esa niña expectante y dulce que vive en mí..
Me parece el comienzo de una novela narrada en primera persona, un texto hermoso y el espejo de lo que siempre queremos cuando el mundo actual nos atropella literalmente, salir corriendo y encontrarnos en lo nuestro, en lo verdadero. jz.
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