A veces y sin apenas ser consciente, tiendo a
cruzar esa línea, tan estrecha que separa la realidad del mundo de los sueños. Un
mundo en el que la auténtica protagonista es la magia y en el que todo puede
ser posible… Salgo a la calle en pleno invierno, sin chaqueta, para sentir de
cerca como el viento me acaricia el alma y como el frío abraza delicadamente mi
cuerpo, entonces me introduzco en él, en
sus escondites y en sus anocheceres…Salto, acompañada por ese frío, la
muralla de mis propios miedos y coqueteó
de cerca, con esa sensación de hielo que
me congela el alma por un instante…Y es entonces, cuando descubro que la vida
tiene un sentido; aquel que tú quieras darle, aquel que tú misma te atrevas a
regalarte.. Porque dicen los entendidos de la vida, que no existe puerta más
infranqueable y que no hay cerradura más
perfecta, que la que nos ponemos nosotros mismos, aquella que sin darnos cuenta
nos inventamos en nuestra mente para no
llegar allí, donde el corazón quiere llevarnos…
Dicen
que no hay destino inalcanzable, sino solamente existen las cadenas que nos atrapan y atan nuestras alas, las atan
allí donde duerme el miedo, un miedo que nos impide levantar el vuelo…Volar para
hacer realidad esos sueños y esas ilusiones que están ahí, en nuestro interior…
Por
eso, creo que es hora de soltar las cadenas y volar, volar alto…es hora de
soñar libremente para poder vivir, todo lo que la vida nos ofrece y nos regala,
sin apenas ser conscientes…
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