El ahí sentado, le acarició sus
manos y las agarro entre los suspiros de esos segundos muertos, leyó su mano
pensando que estaba leyendo su propia alma...Líneas que se enredaban en el tiempo
y se envolvían por este silencio, bueno; su propio silencio…
Líneas que
acariciaban esa melodía de fondo y que
habían sido tejidas, como por arte de magia, por esa telaraña sin dueño. Una telaraña que sin querer y a medida que
acariciaba el paso del tiempo, sembraba semillas donde resurgían sus propias
sonrisas y sus propios lamentos, mientras tanto, los años transcurridos al
compás de estos tangos se iban despidiendo lentamente de ella, de sí misma…Líneas inconexas que dejaban subrayada en su piel, esos instantes....Momentos donde la existencia de este dolor, el dolor de un amor no muy pretérito, le habían dejado ahí; entre sus manos…
Un dolor de un amante que ella había amado
perdiendo la cordura…Líneas que raptaron y encarcelaron a su propia razón. Destruyendo
así, su propio corazón, un corazón desaliñado o tal vez desangrado por este tiempo
adormecido, un tiempo en el que los rincones de la vida habían ido demasiado
deprisa, como si de un tren se tratara…Un tren vacío sin alma.
En
ese rincón de esta habitación, el coge lentamente entre
sus manos esas líneas de expresión que describen sin saberlo, esa tensión
escondida y esos temblores olvidados…Sus ojos tan solo cuentan lo que nadie
sabe, tan solo dicen lo que ella piensa a escondidas, arropada en sus propios abismos….
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