La música suena derritiendo lentamente esas barreras de eufemismos, el zumbido dulce de las melodías fluyen por cada uno de los rincones de esta habitación helada, regando con esa sensibilidad que caracteriza a esas partituras cada esquina de mi alma, cada latido pausado de mi corazón desquiciado.
Las horas se han extraviado, los minutos se han evaporado y los segundos se han quedado estancados entre las palabras que visten de seda esas sinfonías….Entre la infinidad resignado del tiempo, el mundo se detiene como por arte de magia, se inmoviliza adquiriendo una forma de nebulosa que resplandece como si residiera intrínsecamente en una bola de cristal.
Un sentimiento crece en lo más profundo de las sensaciones, es tan desconocido, tan recóndito como profundo. Estos intensos sonidos hacen maravillas, son capaces de cumplir deseos y de infundar nuevos sueños….De transformar la monotonía en pura inspiración, el ritmo renace en el interior de cada uno lentamente, iluminando caminos y corazones. Dando indicaciones, inaugurando deseos, entierrando odios y devolviendo emociones dormidas.
El poder de la musicalidad es capaz de cambiar sentimientos y percepciones, es capaz de dominar a la neura y apaciguar la negatividad que surge como si nada de la propia nada…De nosotros mismos
No hay comentarios:
Publicar un comentario