lunes, 25 de agosto de 2014

Rosas amarillas...

Ella no puede olvidar esas rosas, flores que sin saber muy bien porque, aquella noche llegaron a sus manos…Rosas que llegaron sin tarjeta y en silencio…Rosas que se acurrucaron en su corazón y en su memoria, suspirando entre la piel de su cuerpo maldecido por el paso de los años…Nostalgias, que le acuden a la memoria con destiempo, y que junto con esas rosas amarillas le recuerdan esos viajes sin destino y esas mariposas oscuras con las que la acariciaba lentamente el olvido, su propio olvido…..Ella no olvidaba ese reflejo, un suspiro en un espejo, que le permitía ver una tez morena, añil y ajena a si misma…Un rostro vacío de caricias y embadurnado del más caro de los maquillajes para ocultar tras él; el paso inexorable del tiempo…Envejecer al igual que las rosas amarillas tiene un precio….Por eso ella, que está ahí sentada, en la butaca de siempre y junto a la hora de siempre, se propone a sí misma no olvidarse jamás de eso que llaman olvido …
              Es entonces cuando junto a esas rosas amarillas, sin nombre y sin alma, siente como los latidos de ese corazón cansado y encogido, laten con más fuerza…Un pulso débil, que a pesar de los abismos, sigue ahí ; latiendo sin olvidar 
                 que los años pasan y que la vida es como una de esas 
                    rosas amarillas; sencilla, alegre y bella….

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