En ocasiones cuando el alba se entremezcla entre mis sueños sin sueño, soy consciente de que tengo un corazón que a veces late lento, a veces se acelera sin querer hacerlo…Un corazón que late así sin más y que llora bajo los mantos de la decepción o tal vez del olvido, que tiene la capacidad de entregarse sin medidas, sin importar las condiciones..
Guardando así sonrisas para repartirlas a lo largo de mi intenso camino, dicen que tengo un corazón sensible y dulce, que se pasa los días y las noches sintiendo, luchando por esos sueños inalcanzables, sin detener su vuelo hasta cumplir esas fantasías tan inconexas y perturbadas, un corazón carente de cordura soñador e inocente, que tiene una gran facilidad para entregarse a los brazos de la imaginación y la fantasía.
Viajando a contracorriente hacia esos sueños irreales que dan vida a ese mundo vanidoso y ficticio, un corazón travieso y juguetón que se cuela por los laberintos de las noches en vela, por los suspiros de la luna, escondiéndose en cada amanecer. Atrapando cada rayo de luz que desprende con dulzura el sol, un corazón que se dedica amar, a querer sin saber porque…
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