Ella percibía como los fantasmas
habían vuelto a su encuentro, eran sus propios fantasmas, espectros de
diferentes formas y colores que se acurrucaban en su mente... Hacía mucho
tiempo que intentaba deshacerse de esos pensamientos, llenos de turbulencias,
tal vez, se tratara de inconexiones neuronales….Pensamientos perturbados, que tenían la virtud de surcar a la deriva el mar
de sus emociones, y se apoderaban así,
de ella misma. La encarcelaban en su propio vacío, a pesar de que ella
batallaba por enterrar esos recuerdos, que sin querer le abrazaban el alma y
dañaban sin compasión, su dulce corazón…
En estos últimos años su vida se
había convertido en un terremoto de emociones y en un carrusel de
sentimientos…Que se enlazaban con esos pensamientos de niña….Cuando tenía tan
solo cuatro años, solía imaginar una vida llena de instantes bellos, que
compartía con sus muñecas… Muñecas que
le recordaban que la infancia era algo real, algo tangible…Se trataba de una
realidad sincera y sencilla, que en su más tierna infancia nunca tuvo, un
conjunto de recuerdos que permanecían ahí; cosidos a su piel y a su alma…
Entonces sentía como sus lamentos, se convirtieron en su sed de
vivir, andaba perdida, extraviada en sus propios sueños….Sueños inalcanzables,
fue consciente de como con los años aprendió a boicotear todo lo bello
que la vida le ofrecía entre sus manos, convirtiendo a la felicidad en
destellos de tristezas incomprensibles, como si se trataran de trozos de un
puzle inacabado…
Ahora, ella volvía a respirar, era
consciente de que estaba empapada por el olor de estas sabanas, que sin querer
acariciaban su piel morena. Una taquicardia le recordaba que el camino de
baldosas amarillas no era sencillo de andar, pero que valía la pena recorrerlo,
abrazándose a su propia vida….
Cada vez que sentía que estaba muy cerca de caer en el vacío, en el abismo de sus propios pensamientos fantasmas....
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