En este ciclo del
año, siento la gran necesidad de
estar envuelta entre algodones, para hacer frente a ese frío que inunda con más intensidad las calles a partir
de las seis de la tarde y es entonces cuando el calor de este hogar encharcado
de paz y luz se transforma por un momento en el protagonista de los instantes, minutos plasmados
en el sofá entre mantas, música e infusiones…
Un momento único para estar conmigo misma, escuchar mi corazón y dejar a un
lado esa parte de mí misma que sin
querer me domina; la razón. Sentir las emociones tan de cerca, resulta ser un
regalo que nos hace la vida… Solemos andar muy deprisa, apenas tenemos tiempo
para disfrutar de las personas que queremos
ni para escucharnos a nosotros mismos…Vamos acelerados, queremos bebernos la vida de un solo sorbo, sin apenas saborearla y sin saber cuál es
exactamente su sabor, ni su olor…Vivimos sin poner freno en esos instantes únicos;
momentos en los que la belleza nos penetra, porque carecemos de consciencia para caer en la
cuenta de que la belleza forma parte de ese instante…
Ahora que estamos en plena Navidad, tengo la sensación
de que este año está bastante congelada, como si la Navidad quisiera pasar por
nuestras vidas en silencio y sin hacer demasiado ruido….qué pena!! Este año que
siento como sin querer, me estoy reconciliando con ella, pasa por mi vida de
esta manera…
La Navidad, tiene el don de colmar los finales del
año y creo que tanto a los finales como
a los principios hay que cuidarlos, así que os invito a que cuidéis este final
de año que ya está muy cerca de todos nosotros…
Concuerdo contigo en el cuidado de los finales y principios de año, porque tanto la Navidad como el último día del año representan una ventana de reflexión profunda que cada uno debería hacer en relación a nuestra existencia, en relación al medio ambiente y a las personas que nos rodean. Sentir debería ser el arte de apaciguar la inersia de los días. Gracias y un abrazo bonica!!.
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