Dulce niña, mi dulce
niña, esa de sonrisa fácil y de mirada inocente, esa de cara alegre que por
donde pasa es capaz de dibujar sonrisas, esa que sin querer es querida por la gente porque desprende
autentica dulzura.
El tiempo dormido
del destiempo, lo guarda entre los guantes de sus manos, esconde en ellos un
mundo de sueños. Donde todo gira alrededor de una palabra; Jugar. Su propia imaginación es tan solo un escenario, en
el que invita a esos personajes tan inverosímiles a que pinten un montón de historias, es capaz de
inventar su mundo. Con los susurros de sus propios sueños y convertir aquello
que imagina en algo tangible, en algo real.
Entre la sombra de
su vestido rosa, vuela el mundo de nunca jamás, un mundo lleno de ternura, de
inocencia y de juegos.. En este mundo, es posible jugar con las estrellas,
atrapar los rayos de sol y arrastrar a la luna como si fuera una cometa al
infinito del corazón.
Hoy, que ya han
pasado algunos años de esa niña que vivía envuelta de inocencia y
de ingenuidad, guardo en ese
cofre de los recuerdos; ese beso en la
mejilla…Recordando entre bambalinas esa niña que yace en mí aun dormida…
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