Misterioso callejón de la fantasía se va perdiendo en el amanecer más
hermoso. Las sombras nocturnas se van escondiendo en los rincones donde saben
que el sol apenas llega, en esos callejones donde duermen los murciélagos, es
entonces cuando los felinos van terminando sus últimas serenatas y se despiden
de sus amores eternos, mientras la ciudad comienza a despertarse y a
desperezarse entre los silencios del olvido, las luces de la noche desaparecen
y la luna se desparrama, se camufla en
su lecho junto al río; el río más sublime, que humedece la ciudad más allá de
los altos edificios que visten de angustia las ciudades aún dormidas.
La realidad de lo cotidiano intenta revelarse ante tanta fantasía nocturna, pero muy pocas veces lo logra. Es hora, ha llegado la hora de despertar de este sueño… Espejismos de amigos, de viejos amigos y de amigos desconocidos. Aveces pienso que quizás no fuimos matemáticamente tan proporcionados como el hombre Vitruvio, de Leonardo Da Vinci, pero fuimos posibles, dentro de lo imposible…Más bien fuimos matemáticamente posibles. Porque creímos en nosotros, en nuestros amigos, en nuestros sueños.
La realidad de lo cotidiano intenta revelarse ante tanta fantasía nocturna, pero muy pocas veces lo logra. Es hora, ha llegado la hora de despertar de este sueño… Espejismos de amigos, de viejos amigos y de amigos desconocidos. Aveces pienso que quizás no fuimos matemáticamente tan proporcionados como el hombre Vitruvio, de Leonardo Da Vinci, pero fuimos posibles, dentro de lo imposible…Más bien fuimos matemáticamente posibles. Porque creímos en nosotros, en nuestros amigos, en nuestros sueños.
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