Conduzco siguiendo el parpadeo inocente de las luces, luces repletas de indescriptibles colores y de intermitencias rotas que indican sin querer revelar caminos desconocidos, senderos repletos de ilusiones y al mismo tiempo de intensos miedos… Mis dedos temblorosos se aferran a lo tangible mientras que mi imaginación decide volar, se intenta aferrar a ese mundo de ensueño, donde el miedo a volar y a ser uno mismo no es real sino artificial…
Saltar de una ilusión a otra, pasear ligeramente por el mundo de los sueños, acariciar con las manos las estrellas, escuchar los susurros de ese mar que sin querer te cuentan que lo imposible no existe…Un mundo que se convierte en un sueño, una fantasía eterna… Retorno a la realidad mas sincera al sentir como mis pasos cansados recorren las aceras de las calles dormidas de esta ciudad. Percibo como mis pies y como el peso de mi cuerpo requieren con cierta urgencia los acentos nítidos de las llamas de vida.
La soledad que quiebra la tierra que piso, busca cobijo en esas energías de fuego intentando olvidar los infiernos de ese silencio y la resaca de los vacíos…. Siento en mis manos como se tensan las cuerdas de ese columpio situado en la más bella de las lunas, escucho a lo lejos el temor del gusto a la nada en este circo cerrado que desdibuja las letras de esas melodías tristes. Converso sin querer con los anhelos que residen en este océano seco y desierto que lamentan sin cesar este presente, me agarro con fuerza a las lágrimas que inesperadamente llueven en mis ojos despidiéndome de estas raíces que me duelen tanto por crecer sin querer que crezcan en el interior de mi alma… Los vapores de las ausencias entrelazan recuerdos en las nubes, memorias en blanco y negro, ahora soy yo misma quien decide incendiarse, purificarse, frente a las fantasías para no dejar nunca de soñar….
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