viernes, 25 de mayo de 2012

Aprendiendo....

Ahora me viene a la mente un recuerdo, el recuerdo de esa niña rubia con dos coletas  que siempre iba vestida de rosa y que tenía ya la mala costumbre de  atesorar todo cuanto encontraba… Desde  las más insignificantes cajitas de cerillas de los restaurantes y hoteles de la ciudad de Barcelona, hasta esos palos de colores que dejaban después de saborear los    chupa chups,  caramelos que  cada domingo  mi abuelo me compraba en el quiosco de la esquina…
Todo esto ya comportaba las primeras rabietas de mi madre, que era un continuo enfado matriarcal ya que ella era y continúa siendo una gran  maniática del orden… Cada vez que abría los cajones de la cómoda de mi habitación y se encontraba con todo aquello, un grito mudo lleno de rabia salía de su garganta…Esa niña de ojos claros tenía la mala costumbre de no tirar absolutamente nada, nada de nada;  porque todo aquello tenía un sentido, una historia y un porqué tan importante que me pedía hacer una limpieza….Ahora con los años, la parte mas neurótica de mi misma se pregunta, si todo aquello sería el principio de un síndrome de Diógenes..
Sin embargo la vida, me ha enseñado que durante el camino hay que ir, desprendiéndose de cosas, hay que abandonar a personas, hay que olvidarse de instantes….Pero al mismo tiempo hay que conservar y cuidar otras cosas que son necesarias para hacer del camino una alegría….Dicotomías de la vida… Como diría mi padre hay que aprender a ir ligera de equipaje, llevando justo y lo necesario para sobrevivir.
Ahora que ya han pasado los años tiendo a no atesorar objetos, atesoro sensaciones, emociones, sentimientos y sobre todo guardo en esa cajita de la memoria esos sueños dormidos…Todo eso y más lo voy enredando en mi pelo, lo voy camuflando en mi  perfume favorito que me acompaña, así antes de ir a dormir, desenredo todas esas emociones que se camuflan en mi mirada, que se enredan en mi pelo y que se impregnan en ese perfume…Entonces tengo la capacidad de tocar con mis dedos esas emociones, que me deja la vida cada día, acaricio lentamente las risas y el llanto, intentando borrar todo rastro que pueda dejar la tristeza….
Ahora guardo en ese baúl de mi alma esos besos que se dan en los momentos adecuados, esos abrazos que se otorgan sin pensar, bajo la espontaneidad. Guardo bajo la  llave del recuerdo esas caricias sinceras que me dejaron los instantes vividos desde la alegría….y a los que acudo cuando la tristeza más amarga me roba la calma….
Aún así un ángel que duerme en las nubes, me ha susurrado mientras dormía que existe una caja mágica. En la que puedes guardar  todo lo que tú quieras, ando buscándola por los siete mares, haber si meto todos estos sueños y los llevo conmigo….

No hay comentarios:

Publicar un comentario