domingo, 3 de mayo de 2015

Jugando a perderse....

Hay un día que despiertas y sientes que se agotan las palabras…Que el reloj que marca los días se detiene, por momentos, o tal vez por pasiones inconexas. Observas cómo la vida, tu vida, vuelve a sentarse en un banco de esa plaza, la plaza del tiempo y se detiene por un momento….Es una plaza donde no existen; los segundos ni las horas, allí es donde contemplas sin pretexto alguno y en silencio;  la salida del sol y de la luna….  Es entonces cuando al detenerte, descubres que entre estas  calles sin nombre,  todos caminan  y corren con desconsuelo. De un lado a otro… Sin saber porque callejuela perderse….

                    
                    Y  yo vuelvo a no entender nada, no comprendo  qué sucede, cuando este frío sigiloso me golpea el alma, me atrapa perezosamente…Encarcela estos sentimientos tan míos que brotaron así… De una forma inexplicable y  que tienen la capacidad de crecer sin los fantasmas de las sombras ni de las dudas eternas que siempre se manifiestan  en la soledad más absoluta….
En las noches oscuras, donde tan solo existe la penumbra y la luz de una candela, para iluminar un trocito de esta alma que parece dormida, entre los sueños….
           Es cuando, interrogo  a mi propio silencio, ese que tiene el don de maltratar a  mis heridas y no dejar  que se calme esta alma loca y  apasionada, por qué razón, sin merecerlo, cierra el paso a todas estas  palabras…. Mis palabras…. Vocablos inconexos  que germinan desde lo más profundo del ser que más quería. “Aprende a disfrutar del ahora”, me susurrabas al oído.
                        Pero no escuché aquella tímida frase. Porque el viento azotaba con fuerza esos pensamientos neuróticos  en mi cabeza. Como si fustigara con fuerza las copas de los árboles de aquel bosque, en el que aquella tarde de otoño,  quisimos perdernos. Y  reconozco que nunca aprendí a leer en tus labios, a los que adoraba, estas dulces palabras y ahora siento que ya no queda tiempo. Porque este se nos escapa de las manos….
                        Lamento profundamente no haber sido capaz de acariciar con el alma y de apreciar tan sabio consejo… Calma. Silencio. 
                                      Suspiros con sabor a despedida…. 

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